Django Desencadenado

Me resulta fácil y difícil hablar de Django Unchained (Django Desencadenado). Difícil, porque no sé por dónde empezar; pero, fácil, porque podría pasarme horas y horas hablando sobre ella.

¿De qué hablo? ¿De la historia? ¿De la banda sonora? ¿De las actuaciones? ¿De escenas memorables? ¿De los personajes? De cada detalle, podría escribir una entrada entera.La vi el día del estreno, por suerte en versión original (no la veáis doblada a no ser que sea vuestra única opción, por favor, las actuaciones y el espíritu de la película se pierde por completo). De eso hace ya casi un mes, y desde entonces, he sido incapaz de sacármela de la cabeza. Llevo un mes que prácticamente cada día, me apetece volver a verla y me acuerdo de ella.

 Desde el primer momento, Tarantino te prepara. Con esa canción llamada Django, de la película de Corbucci, y los esclavos caminando. Entras en situación muy rápido, y yo ya no pude salir. Las casi tres horas se me pasaron muy rápido. Hubo una vez que me dio por mirar el reloj, y vi que le quedaba solo una hora de película, y me deprimí un poco. No quería que acabara. 

La película tiene dos partes: la primera de maestro-alumno, de la pareja Christoph Waltz-Jamie Foxx. En esta, por mucho que Jamie Foxx y su Django tengan buenos detalles, sabes que el grande es Christoph Waltz. Se come la pantalla, se come las escenas. Es mítico, es gracioso, es irónico, es carismático, habla como nadie. Tenemos que agradecerle eternamente a Tarantino que nos haya descubierto a este hombre. No tiene nombre lo suyo. Algunos han dicho que su personaje es muy parecido a Hans Landa, pero yo no estoy de acuerdo. Sí, los dos tienen labia, los dos pueden ser peligrosos. Pero Hans Landa solo buscaba la gloria, y era un personaje que transmitía tensión, respeto, miedo. Su Dr. King Schultz de Django es un hombre, en el fondo, muy honrado, con principios. Es elegante, es listo; puede no pestañear al apretar el gatillo, pero no frente a atrocidades, ante el odio. No creo que a Schultz le cayera bien Hans Landa.

En esta parte, hay momentos bastante divertidos, como la maravillosa escena del Ku Klux Klan, Waltz y su primera aparición, la escena en el bar, el vestuario de Django... Y ya comienzan a verse alguno de los momentos emocionantes y que se recuerdan: I like the way you die boy.

Con la aparición de Candie (DiCaprio), la película toma un nuevo rumbo. Tampoco voy a decir mucho sobre qué es lo que pasa, porque si no la habéis visto, cuanto menos sepáis, más la disfrutaréis. Aquí el humor de la primera parte no desaparece, pero surgen más cosas: empiezan momentos duros, la historia los pedía; Django empieza a estar totalmente en su salsa como el personaje héroe-crack; aparecen los otros dos grandes personajes de la película (DiCaprio y el de Samuel L. Jackson); y llega la tensión. Tarantino demostró en Malditos Bastardos que se le daba muy bien crear este ambiente: escenas que se alargan, en las que está pasando más de lo que puede apreciarse a simple vista. Momentos en los que, cualquier detalle, puede estropearlo todo. La cosa puede ir mal, muy mal. 

La película, la verdad, es que tiene mucho del ritmo y del estilo de Malditos Bastardos. Pero también tiene toques de Kill Bill, tanto por momentos auto-homenaje, algunos planos o escenas, como por la intensidad emocional (el final de Kill Bill Vol 2). Aunque, como historia completa, probablemente ésta se la más emocionante de Tarantino. Además de tener todo lo que suele tener el cine de Tarantino, es un alegato a favor de la libertad y de la dignidad humana. Es una reflexión, es un recordatorio. Puede ser incómodo mirar en algunos momentos, pero esto (y seguro que cosas peores) ocurrió, y no hace tanto tiempo. Es complicado no implicarse, no ponerse del lado de Django y desear lo que él quiere.

La banda sonora, para variar, es tremenda. Desde la primera, pasando por Morricone y rap que sorprende y que no puede quedar mejor, hasta canciones que por su significado no podrían estar mejor escogidas: I got a name y Freedom. Sobre todo, la última es la más emocionante.

Las actuaciones: de Christoph Waltz ya he hablado. DiCaprio está inmenso, y además, no es a lo que estamos acostumbrados. Está cabrón, está divertido. Es tan grande, que aunque su personaje debería resultar un poco repulsivo, lo amas. Jamie Foxx es cierto que a veces puede quedar empequeñecido porque tiene al lado a dos monstruos, pero está perfecto: está muy mítico, tiene chulería, y sus ojos y su voz te recuerdan en todo momento lo que ha sufrido y la rabia que lleva dentro. Kerry Washington está muy bien escogida: tiene algo que enamora a la cámara, y unos ojos que te despiertan todo lo que debería despertarte ese personaje. Y, Samuel L Jackson. Joder, Samuel. Me da mucha rabia, porque no se está hablando tanto de él. Quizá porque muchos la han visto doblada. En versión original, es impresionante. Imposible no reírse cada vez que habla. Y cómo cambia el tono y la mirada cuando toca. Me rindo ante él. Su personaje es el que menos sale de los cuatro grandes, pero es una jodida pasada.

No sé si he expresado todo lo que me gustaría expresar sobre Django. Pero necesitaba escribir sobre ella. Es cierto que soy muy fan de Tarantino, y que quizá no soy tan objetiva como otros. Pero, cuando acabó la película, tenía como un nudo en la garganta. Y en seguida, noté que tenía muchas ganas de llorar. Esa sensación me duró un rato. De golpe, cuando acabó, fue como si hubiera asimilado lo que había visto, y estaba emocionadísima. Seré fan de Tarantino, pero esto con Jackie Brown o Death Proof no me pasó. Ni parecido. Django Desencadenado es algo más. Es especial.